José Luis Iglesias ha sido homenajeado por la Asociación de Amigos de la Capa con motivo de su celebración anual por su labor como sastre de capas y por ser uno de los socios más antiguos.
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¿Cómo fueron sus inicios?
Mi padre se dedicaba también a hacer capas, aunque también teníamos un taller para todo tipo de prendas. Para cortar una capa es mejor si son dos personas, y yo le ayudaba. Una vez que mi padre murió, me quedé yo al cargo. No había ido ni a la mili.
¿Ha sido sastre por vocación o por obligación?
Al principio fue por obligación. Me acuerdo que me había escapado de la escuela de maestría y le dijeron a mi padre que estaba sentado en un banco del parque. Me agarró de la oreja, me llevó a la sastrería y así empecé. Después para mi ha sido una verdadera ilusión. Me han ofrecido irme a trabajar a empresas de confección para llevar los talleres y nunca he aceptado.
¿Siempre ha confeccionado capas unicamente?
Los primeros años capas se hacían muy pocas. Era una pieza cara y no estaba de moda. Lo que hacíamos eran trajes, abrigos, todo tipo de prendas. Después empecé a hacer más capas y dejé de hacer otras cosas para centrarme solo en las capas.
¿Cuándo fue el auge de las capas?
Sería por los años 80 hasta los 2000. Ha habido unos años de fábula. He hecho miles de capas. Estábamos muchas personas haciendo las capas. Todas se hacían a mano. La máquina entraba solo para hacer los pespuntes del cuello. Destacar también que mi mujer siempre ha sido la que ha estado conmigo, a mi lado. Si yo trabajaba 12 o 14 horas, ella también y luego a mayores en casa.
¿Cuál es el secreto de una buena capa?
El corte es lo más importante. Muchas veces, la mayoría, solo pedía la estatura, el número del cuello de la camisa, la talla, si son cargados de espalda o son erguidos para confeccionarla.
¿Cuánto pesa una capa? ¿Siempre con paño bejarano?
Una capa pesa como unos 3 kilos y tiene 5 metros de paño. El paño tiene que ser de Béjar, tiene que ser de lana y meterle un poco de puncha fina para que no se deshilachen los bajos. Después tiene que ir al batan. Unos años traían unos paños de Portugal, pero que eso no servía y a mi me lo siguieron haciendo en Navahonda.
Usted ha confeccionado capas para muchas personas importantes.
A los reyes, al príncipe, a casi todos los presidentes de España y a muchos de fuera. Primero fuí a tomarle medidas al príncipe y después a entregársela. Me paso una anécdota muy curiosa y es que cuando se la impusimos y se dio la vuelta, vi que en la parte de atrás habíamos dejado un hilván blanco por olvido. Fuí a quitárselo y me dijo: como es un regalo pues pasan estas cosas. Era una persona muy cercana, era como si hablara con un vecino.
Se puede considerar el último sastre de capas de Béjar.
El último sastre y también el único que me he dedicado a ello al completo.
También siempre muy unido a la asociación de la capa.
Yo fui uno de los fundadores y para mi ha sido mi alma. Después de tantos años continuo. Todo esto lo hacíamos para que el nombre de Béjar sonara. Nuestra fiesta salía en todos los periódicos. Imponiámos la capa a gente famosa para que tuviera relevancia.
Vestiría usted de capa en su día a día.
La capa la he estado usando hasta hace unos años. Ya no puedo usarla, por la edad. Me gustaba usar la capa. Es una prenda que abriga, que da prestigio, pero su uso ha decaído mucho. Siempre he dicho que la capa es para señorear, no se puede llevar con un pantalón vaquero o con unos botos.
¿Cuál fue la última capa que confeccionó?
La última capa que cosí fue la de mi nieto Alejandro para que la reciba cuando sea mayor.