La Vera Cruz decidió acortar el recorrido por la calle Solano debido a la lluvia | Silencio y respeto en el reencuentro de La Soledad con sus hijos, después de dos años de encierro
La Soledad a la salida de la iglesia de San Juan.
Después de un Domingo de Ramos pleno, con temperaturas primaverales y el sol brillando al paso de ‘La Borriquilla’, la lluvia impidió ayer, Lunes Santo, que la Vera Cruz celebrará su Vía Crucis en la calle y hoy, Martes Santo, ha aguado el encuentro de La Soledad con su pueblo, después de dos años de encierro obligado debido a la pandemia.
Con puntualidad- diez minutos pasaban de la hora establecida- las puertas de la iglesia de San Juan volvieron a abrirse para que decenas de fieles se encontraran con la Madre de Dios, que enlutada paseaba su pena por las calles de Béjar bajo el consuelo de los bejaranos. Los cofrades miraban al cielo y las primeras gotas de lluvia comenzaban a caer al poco tiempo de su salida, anunciando el aguacero que llegaría unos minutos después.
La Soledad, una talla de madera de cedro de Brasil, policromada y de 1,60 metros de altura, era recibida por los fieles en un imponente recogimiento y silencio, que solo se rompió por las notas musicales interpretadas a la salida de la Virgen. Fue entonces cuando la mirada de muchos fieles se empañó y el reencuentro con la Madre de Dios se convirtió en gozo y alegría.
El sonido de la banda de tambores y cornetas resonaba en la noche, anunciando que los peores tiempos han pasado y que esta Semana Santa será la del reencuentro, la de la normalidad y la de la esperanza de dejar, por fin, atrás la pandemia. Pensamientos y recuerdos también para aquellos fieles de La Soledad que nos han dejado víctimas del coronavirus.
Mujeres con mantilla, otras con cirios y mucho público, entregado y respetuoso, acompañaron a La Soledad, a pesar de que la lluvia arreciaba al paso de la procesión obligando a recortar su recorrido y a regresar rauda a San Juan por la calle Solano- el recorrido habitual lleva a la Virgen por la calle Mayor hasta la Puerta de Ávila y regreso a la iglesia por Miguel de Unamuno. El aguacero no impidió a Rufi, La Pasera, cantar a La Soledad bajo el testigo de la torre de San Gil y el teatro Cervantes, al tiempo que los fieles se resguardaban de la lluvia bajo los balcones y se abrían los paraguas.
Destacar la presencia de todas las concejalas del Ayuntamiento- Ana V. Peralejo, Ana Vallejo, Francisca Andrés, Rosa Torres, Olga García, Castañar Rodilla, Eva Francés y Puri Pozo, que cogerá la vara de abadesa de la Santa Vera Cruz el jueves en la eucaristía de la Cena del Señor.
ALGUNOS DETALLES
La talla de La Soledad fue adquirida en 2003 por la Cofradía y es obra del cacereño, afincado en Salamanca, Vicente Cid. Sustituyó a la anterior Virgen de la Soledad, que se conserva en la capilla de la Vera Cruz.
El manto de la Virgen fue bordado por Talleres Santarrufina, de Madrid, en terciopelo negro e hijo de oro y el emblema de la Cofradía está situado en la cola del manto.
El Cristo de la Buena Muerte, es una talla en madera policromada de un metro de altura. Aunque se desconoce su autor y el año de tallado, se sabe que es anterior a 1850 y que servía para acompañar a los difuntos hasta el cementerio. Desde el año 2000 procesiona a la Virgen de la Soledad.