Los cofrades de la Vera Cruz y los fieles de Béjar han desafiado este Martes Santo al frío y a la amenaza de lluvia para acompañar a la virgen de La Soledad en su recorrido por las calles del centro histórico de Béjar. La lluvia y el frío no han detenido a la fe, que en cada paso se renovaba bajo el manto de una noche oscura, en la que la luna hoy no brillaba.
Pocos minutos antes de la salida de la procesión, la lluvia parecía querer tener protagonismo en este Martes Santo frío y lluvioso, sin embargo, llegada la hora la lluvia respetó la procesión y permitió que terminara.
A pesar de ello, el intenso frío marcó el desfile procesional, que debido a ello contó con muy poco público en las calles de la ciudad y muy poca participación de mujeres, que habitualmente acompañan a la Madre de Jesús en su recorrido con velas. Por parte del Ayuntamiento, las concejalas del equipo de Gobierno Puri Pozo y Mayte Crego y menos de media docena de mujeres con mantilla y peineta.
Pasadas las 00:15, la Virgen, en silencio y recogimiento, regresaba a San Juan después de unas tres horas de recorrido, paseando su luto por las calles de la ciudad bajo el consuelo de los bejaranos. Rufi acompañó el dolor de la Madre con varias saetas
ALGUNOS DETALLES
La talla de La Soledad fue adquirida en 2003 por la Cofradía y es obra del cacereño, afincado en Salamanca, Vicente Cid. Sustituyó a la anterior Virgen de la Soledad, que se conserva en la capilla de la Vera Cruz.
El manto de la Virgen fue bordado por Talleres Santarrufina, de Madrid, en terciopelo negro e hijo de oro y el emblema de la Cofradía está situado en la cola del manto.
El Cristo de la Buena Muerte, es una talla en madera policromada de un metro de altura. Aunque se desconoce su autor y el año de tallado, se sabe que es anterior a 1850 y que servía para acompañar a los difuntos hasta el cementerio. Desde el año 2000 procesiona a la Virgen de la Soledad.
La talla de la Soledad es madera de cedro de Brasil, policromada y de 1,60 metros de altura.
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