Vivió una infancia dura, la Guerra Civil lo separó durante tres años de su madre; pero ha tenido una vida llena de experiencias: se ha vestido 8 veces de Hombre de Musgo; pintó el retablo de la iglesia de su pueblo, de Montemayor del Río; y desde hace 13 años vive en El Buen Pastor
La residencia de El Buen Pastor volvió a vivir este sábado un día de fiesta con el cumpleaños de Modesto Blázquez, que cumplió 100 años.
Rodeado de su familia, sus hijos, nietos y bisnietos, Modesto recibió las felicitaciones de la concejala de Asuntos Sociales, Maye Crego, del presidente, Jesús González, de los trabajadores y de los residentes de El Buen Pastor, a donde se trasladó a vivir hace 13 junto con su esposa, Dolores, que falleció hace varios años.
Natural de Montemayor del Río, el homenajeado se trasladó a vivir a Béjar cuando tenía 20 años, en el año 1944. “En mi pueblo era banastero, pero con la llegada del plástico las membranas del castaño empezaron a caer porque era más caro. Fue entonces cuando empezamos a sobrar y de los 60 banasteros que estábamos con 15 era suficiente para atender a la clientela, y me vine a Béjar a trabajar”, recordaba Modesto, que se encuentra en perfectas condiciones mentales.
Ya en Béjar, comenzó a trabajar en el textil, en la fábrica de Luis Izard Gosálvez, después se trasladó a García y Cascón, y se jubiló en la administración del Economato.
A pesar de trabajar duro para mantener a su familia, Blázquez sacó tiempo para sus aficiones: “leer y pintar. He pasado noches sin dormir por la lectura, aunque mi afición principal siempre ha sido la pintura”. Prueba de ello es que se encargó de rehacer el retablo de la iglesia de Montemayor del Río. “Me ofrecí al párroco para pintar los cuadros del retablo y pasaron dos años y no me dijeron nada. Pero restauraron la imagen del Cristo de las Batallas, del siglo XIII, y la gente decía que el contraste de ver la talla tan bonita y el retablo en mal estado era lamentable. Entonces les voy a recordar mi ofrecimiento”. En total, llegó a pintar 20 cuadros y fue tal el agradecimiento de sus vecinos que le pusieron su nombre a una calle y le entregaron la caracola de oro.
Recientemente ha donado unos cuadros, varias plumillas, a la iglesia de San Juan.
Le peguntábamos cuál era el truco para llegar a los 100 años y respondía: “dejarlo pasar”. Y así dejándolo pasar, como él dice, ha llegado a 100 años, después de una dura infancia marcada por la Guerra Civil y por la separación con su madre.
Recordaba que cuando tenía 14 años estalló la Guerra Civil y su hermana y él quedaron en la zona republicana, en Madrid, mientras que su madre estaba en la zona nacional, en Montemayor del Río. Su madre se había trasladado unos días a Montemayor para ver las propiedades y dejó a los niños en un colegio de internos hasta que regresara en 15 días. Empezó entonces la guerra y la familia quedó separada y no se volvió a reunir hasta que pasó la Guerra. “Mi madre no sabía si estábamos vivos o muertos. Perdimos el contacto total. Primero nos llevaron a Cataluña y después a Normandía, a Francia, donde nos trataron muy mal los tres meses que estuvimos. Éramos más de 1.500 españoles los que estábamos en un edificio y de allí no nos dejaban salir. También nos hicieron pasar mucha hambre”, explicaba. Pasó la Guerra Civil y gracias a su familia de Córcega se volvieron a reunir.
Modesto Blázquez puede también llevar a gala ser uno de las personas que más veces se ha vestido de Hombre de Musgo. Un total de 8 veces y la última hace unos 15 años.
Lee el reportaje completo en el periódico Béjar en Madrid, que se publica el viernes, día 1 de marzo.