La Cofradía de la Vera Cruz suspendió la tradicional romería, pero ha querido acordarse de todos los bejaranos con un acto testimonial en el paraje
Cada Martes de Pentecostés, la Cofradía de la Santa Vera Cruz enarbola su bandera camino de la Peña de la Cruz en su tradicional romería, que cada año reúne a decenas de personas. Este año no ha podido ser, las circunstancias sanitarias lo impedían.
Cada año, a primera hora de la mañana los cohetes anuncian su salida desde la iglesia de San Juan. El sonido de la gaita y tamboril llama a la fiesta y los romeros se van uniendo para alcanzar su primer destino: el santuario de la Virgen del Castañar, donde en oración se recuerda a todos lo que ya no están con nosotros. Comienza después la subida más difícil con la meta de la Cruz del Peladillo en la mente, donde el abad- este año debería haber tomado el relevo Purificación García a Javier Garrido, pero el nombramiento se hará al siguiente año- reparte entre los asistentes un bocadillo que sirve para coger impulso hasta coronar la Peña de la Cruz.
Momento de la bendición del párroco, Roberto Hernández. |
Una vez en el paraje, el párroco de San Juan es el encargado de oficiar la eucaristía de campaña y la posterior bendición de los campos, de Béjar y de su comarca desde el mirador de la cruz. El convite y el baile animan la jornada hasta que algunos inician el camino de regreso a la ciudad, y otros extienden sus mantas para disfrutar de una comida al aire libre.
Los cofrades en el mirador de la Cruz. |
Este año, como antes decíamos, no ha sido posible, sin embargo, la cofradía de la Vera Cruz no ha querido dejar este Martes de Pentecostés en blanco y el presidente, David Hernández, acompañado del párroco, Roberto Hernández, y varios cofrades han ascendido hasta la Peña de la Cruz para, guardando las medias sanitarias, bendecir los campos y a Béjar y “pedir a Dios para que interceda por todos ante esta situación que estamos atravesando”, explicaba a BÉJAR EN MADRID el presidente.
Un acto meramente testimonial, pero con un gran sentimiento para pedir que todos el año que viene volvamos a reencontrarnos con nuestras tradiciones y no falte nadie.