La ciudad de Béjar despidió ayer las celebraciones del Corpus Christi con la procesión de la Octava, que a pesar del tiempo desapacible reunió a un buen número de fieles.
Como manda la tradición, las celebraciones comenzaron con el recibimiento de las autoridades en la entrada del Consistorio, para a continuación iniciar la solemne eucaristía.
Una veintena de estandartes y banderas de los colectivos religiosos de la ciudad participaron en esta celebración, que fue concelebrada por párrocos de la zona de la Sierra de Francia, de la Vera y el Vicario de la Zona Norte, don Antonio Cano.
Para la ocasión, una parte del recorrido de la procesión, desde El Salvador hasta Santa María la Mayor, se cubrió de tomillo y se mantuvieron los adornos en la Plaza Mayor para la despedida del Santísimo.
La banda de tambores de la Hermandad de Jesús Nazareno acompañó a la comitiva durante la procesión, que culminó con el reparto de obleas y vino dulce en la entrada de Santa María.