Es el primer paso para la beatificación de la sierva de Dios | Auora Calvo falleció en 1933 y desde entonces se persigue su canonización
El Papa Francisco ha nombrado venerable a la bejarana Aurora Calvo, nacida en 1901 en nuestra ciudad y fallecida en 1933.
El Santo Padre ha autorizado hoy los decretos que reconocen las virtudes heroicas tanto de la sierva Aurora Calvo y el obispo Martín Fulgencio Elorza, primer obispo de la prelatura de Moyobamba, en Perú.
Se trata del primer paso hacia la beatificación de la laica bejarana, cuyo proceso se inició al poco tiempo de morir y que con el paso de los tiempos no ha muerto. El camino hacia los altares tiene varias etapas: la primera es ser declarado Siervo de Dios, después Venerable, si hubiera un milagro pasará a ser beata y con un segundo milagro Santa
Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce «haber vivido las virtudes de manera heroica».
Este nombramiento supone aceptar que la vida de la bejarana fue un reflejo de virtudes vividas en grado heroico y es recordada por su sencillez y por la práctica de la humildad, del servicio a los pobres y a la veneración a Dios y a la Iglesia.
Calvo, que perteneció a uan familia profundamente cristiana, sintió la necesidad de consagrarse como carmelita descalza pero decidió rechazar la vida contemplativa para cuidar de su madre enferma. Muera a los 32 años de edad por una bronconeumonía.
Su vida
Nació en Béjar de padres cristianos, consagrados a la industria textil, el 9 de Diciembre de 1901.
De carácter sencillo y alegre, se siente desde niña inclinada a la piedad, y en la Primera Comunión promete ya a Jesús ser para siempre solo suya.
Sin perder nunca su habitual sencillez y naturalidad, sobresale en la práctica de grandes virtudes:humildad, pureza, paciencia, amor a los pobres y conformidad total con al voluntad de Dios.
Por eso sacrificó su vocación al claustro, única ilusión de su vida, para que sus hermanos lograran las suyas, quedando ella al cuidado de su madre.
Centro de su vida espiritual es su encendido amor a Jesucristo: amor que se manifiesta en su fervor y apostolado eucarístico, como María de los Sagrarios; en su entusiasmo por la Catequesis, que restaura y sostiene en la parroquia con increíble ardor y sacrificio hasta su muerte; y en varios cientos de cartas espirituales, dirigidas a diversas clases de personas, llenas de exquisita prudencia y de celo abrasado por la perfección de los destinatarios; en cariño entrañable por la formación moral de las jóvenes obreras y en propaganda constante por las Misiones de infieles y las Obras Pontificias.
Desde los 19 años empieza a recibir gracias extraordinarias, y al par que aumenta el ejercicio heroico de sus virtudes, va ascendiendo por los grados de la más subida oración.
El voto de castidad hecho en Carrión de los Condes lo extiende en Alba de Tormes a no cometer pecado.
Fue muy probada en su vida. Los últimos ocho años, sobre todo, fueron de grandes sufrimientos físicos y morales, que ella recibe con gozo, como un regalo de Dios. Ella misma se había ofrecido al Señor como víctima expiatoria. Veneraba y amaba a los sacerdotes, en quienes veía a Cristo, y singularmente se ofreció al Señor por la santidad sacerdotal.
En los últimos años la vida de Aurora se hace llama viva de amor a Jesús, que la consume.
Muere santamente en su ciudad natal el 22 de Noviembre de 1933.