Pasaban las 11:30 horas y el tañido de las campanas de Santa María la Mayor anunciaba el inicio de la procesión del Corpus Christi y de la leyenda de las Hombres de Musgo. Bajo palio, portado por los miembros de la Real Abadía del Santísimo Sacramento, el párroco Félix Pérez colocaba la hostia consagrada en la custodia, escoltada este año por la Guardia Civil para iniciar en esos momentos el recorrido procesional.
El sol brillaba mientras las miradas observaban el suelo, vestido de cantuesos y tomillos y de cientos de colores que habían sido utilizados por las hermandades para la confección de las alfombras.
Cerca de dos horas y media fue el tiempo empleado para recorrer el centro de la ciudad y regresar a la Plaza Mayor para la rendición de banderas. Una comitiva de casi 300 personas escoltaba al Santísimo en su recorrido por la ciudad, acicalada para vivir su fiesta más grande, su fiesta más internacional, su Fiesta de Interés Turístico Internacional.
Cofradías, hermandades, asociaciones religiosas acompañan en este día irrepetible a la Custodia, además de 21 niños vestidos de Primera Comunión. La Hermandad de Jesús Nazareno, la Seráfica Hermandad, la Cofradía de la Vera Cruz, la bandera de Santo Domingo el Savio, las cruces parroquiales de las parroquias, la cofradía de la Misericordia, el colegio de Nuestra Señora del Castañar y el de María Auxiliadora, la cofradía de Santa Antonio de Padua, de la Virgen de la Salud, de Nuestra Señora del Castañar, de las adoraciones nocturnas, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y la Real Abadía, entre otras instituciones, estaban representadas en el cortejo procesional. No faltaban tampoco Los Hombres de Musgo, representados por seis voluntarios , y que atraían la mirada de los cientos de turistas que nos visitaron esos días para disfrutar del Corpus Christi.
La primera parada de la procesión fue en altar de la Seráfica Hermandad, para avanzar en el reencuentro de Dios con el pueblo dejando una impresionante estampa en las imágenes vistas desde los balcones de los soportales de la Plaza Mayor. El castillo de los Zúñiga, que volvía a ser testigo mudo de esta celebración como ya lo fuera en esos tiempos en los que el Corpus alcanzó su máximo esplendor con los Señores de Béjar al frente, coronaba la imagen desde el cerro para descender la mirada al centro de la plaza y encontrarse con una larga comitiva coronada por la Custodia y los Hombres de Musgo.
Sería en la Plaza Mayor uno de los puntos donde mayor número de personas se concentraron para ver pasar la procesión. Mucho público también en San Gil, donde una alfombra de elementos naturales realizada por la Hermandad de Jesús Nazareno adornaba ese tramo.
La música cerraba y abría el cortejo procesional. Lo abrían varios tamborileros que con los sones que formaban sus gaitas y tamboriles anunciaban que Cristo ya estaba presente en las calles, que Cristo había llegado para caminar junto a todos en nuestra vida; y lo cerraban la Banda Municipal de Música.
Bien pasadas las 13 horas, el cortejo llegaba a San Juan. La Vera Cruz otra vez más había vuelto a sorprender a todos confeccionando una gran alfombra de sal de colores. Otra gran alfombra en la calle Mansilla y un mosaico en el Atrio de San Juan completaban la obra de la Vera Cruz.
Tras la parada en San Juan, enfilaba la procesión su regreso a la Plaza Mayor, y pasaba por la calle Olleros, decorada con una alfombra de sal y a continuación, junto al Cervantes, otra confeccionada por los niños de la Hermandad de Jesús Nazareno. Al pasar por la calle Las Armas llegaba uno de los momentos más fotografiables de la procesión y es que la alfombra, una composición en colores rojo, amarillo, azul, blanco, morado, naranja y verde, junto con el entoldado de la calle y las colgaduras dejaban preciosas fotografías para el recuerdo.
Cerca de las 14 horas, el Santísimo alcanzaba la Plaza Mayor, donde una multitud de personas aguardaban el momento más sentido de la procesión: la rendición de banderas. Los niños que este año habían tomado la Primera Comunión ocupaban unas sillas junto a las escaleras de El Salvador, mientras que los abanderados rindieron sus banderas ante el Santísimo. El concejal Javier H. Carrión fue el encargado de rendir junto con dos Hombres de Musgo la Banda de España.
El Himno Nacional cerró las celebraciones del día grande Corpus, en el que no faltó una representación de los capistas, de varios vecinos de Candelario vestidos con sus trajes típicos, un grupo procedente de así como autoridades civiles, religiosas, militares y político como el consejero de Cultura, Turismo y Deportes, el bejarano Gonzalo Santonja, el director general, Enrique Sánchez-Guijo, el de Turismo, Ángel González Pieras o los diputados de la zona Nieves García y Antonio Cámara.
El consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Gonzalo Santonja, y los directores generales de Deportes y Turismo, Enrique Sánchez Guijo y Ángel González Pieras, acompañaron la Corporación municipal y a los diputados de zona, Nieves García y Antonio Cámara.